Los sistemas urbanos se configuran a escala planetaria como los principales nodos a los que acuden recursos para el abastecimiento de su creciente población, y de los que proceden todo tipo de residuos, los cuales impactan en el medio circundante. Este intenso metabolismo urbano es en buena parte responsable del nivel de insostenibilidad global constatado. La energía que un sistema urbano dedica a mantener su sistema de movilidad supone una fracción fundamental de su metabolismo, sólo superada por la energía consumida en la generación de electricidad. Resulta ineludible, en el escenario de Cambio Global en el que nos desenvolvemos, disminuir el consumo energético asociado a usos exosomáticos, entre ellos la movilidad, con el objetivo de moderar el metabolismo urbano y en consecuencia disminuir el impacto global de los sistemas urbanos. Dado que el modo en que se urbanice y ocupe un territorio determina las formas de movilidad que adoptarán los habitantes para desplazarse por ese territorio, la manera más eficaz de disminuir las necesidades de desplazamiento es mediante la opción de modelos urbanos compactos, diversos y multifuncionales, generadores en definitiva de cercanía. Se trata de recuperar la idea de barrio, la ciudad de distancias cortas, promoviendo los desplazamientos en medios autónomos (a pie y en bicicleta) a la vez que se restringen los motorizados, especialmente en vehículo privado (políticas push&pull). La ciudad de Sevilla está impulsando un cambio muy pertinente en relación a su sistema de movilidad, incentivando de manera importante el uso de la bicicleta (redes de carriles-bici, aparcamientos para bicis, y sistema público de alquiler de bicicletas) implantando la prioridad peatonal en numerosas áreas del centro, y penalizando el aparcamiento de vehículos privados y el tráfico de paso. Se reordena, en suma, el reparto del espacio viario para favorecer los modos más limpios y eficientes y penalizar los más contaminantes, ahorrando importantes cantidades de energía. Este cambio de modelo supone, en nuestra opinión, un ejercicio de resiliencia socioecológica de la ciudad de Sevilla ante el actual Cambio Global y probable crisis energética que tenemos ante nosotros en un futuro próximo. Este ejercicio de resiliencia le permite a la ciudad absorber tensiones y cambios, autoorganizarse y ver aumentada su capacidad de anticipación y adaptación ante los profundos cambios relacionados con la energía que están por venir.