Los impuestos constituyen un mecanismo relevante en el desarrollo de una economía sostenible, pues permiten reflejar mejor los costes ambientales y los beneficios en el entorno, tanto con un aumento de gravamen o la creación de nuevas figuras, como con el establecimiento de beneficios fiscales para las conductas menos contaminantes. En el marco de la Directiva sobre la Energía de 2003 se está planteando un impuesto por kilogramo de CO2, que se añadiría al precio de los combustibles para calefacción como gasoil, queroseno o gas natural, y también para los vehículos. Sin embargo, es poco probable que se llegue a un acuerdo en este punto. Parece más factible la implantación de medidas a nivel nacional. Una de ellas puede ser el aumento del Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica para los medios de transporte más contaminantes -no en función de la potencia, como ocurre actualmente- y el establecimiento de desgravaciones para aquellos que en mayor medida respeten el medioambiente.