La llamada crisis ambiental global coincide con otra crisis central para la sostenibilidad, la crisis de los cuidados. Mujer y naturaleza han compartido históricamente la subordinación y la invisibilidad ante una sociedad que solamente ve aquello que puede ser traducido a valores monetarios, incluso aunque aquello que se traduce a dinero sea en realidad destrucción.

Poner en el centro de la vida el bienestar y la sostenibilidad de todos y todas, implica poner en valor la ética y el trabajo que las mujeres han venido realizando en solitario a causa de la imposición patriarcal y ajustarse a los límites del planeta. Esto implica reformular el concepto de trabajo y extender al mundo de los hombres las tareas domésticas necesarias para la reproducción social.

Un reparto justo y equitativo de todos los trabajos (los pagados y los no pagados) así como unas pautas de producción y consumo ajustadas a lo que la Tierra puede dar, son imprescindibles para pensar en un mundo con futuro.

Ecologismo y Feminismo pueden establecer un diálogo entre dos propuestas complementarias y sinérgicas que permita acercarse a otra manera de mirar el mundo, que permita vivir en paz con los demás y con el planeta, mediante una transformación social.