Castilla-La Mancha es una región de fuerte tradición agraria: más de la mitad de su superficie está dedicada a tierras de cultivo y el terreno forestal ocupa el 44,9%. Exite además una fuerte estructura industrial asociada a la transformación de productos agropecuarios y forestales que generan un importante volumen de residuos biomásico.
El fomento de la biomasa es una prioridad en las políticas energéticas de Castilla-La Mancha, donde ya existen varias empresas dedicadas a la generación de energía eléctrica. La instalación de biomasa para autoconsumo está además subvencionada por la Administración regional en un 40%. En la actualidad, Castilla-La Mancha cuenta con 19 plantas de biomasa que suman 48 MW de generación eléctrica, y se encuentran en tramitación otras 13 plantas más, con un potencial de 80 MW.