El semestre 2010 de la presidencia española de la UE ha finalizado con la declaración en Toledo, por parte de los responsables ministeriales europeos en materia de urbanismo y políticas urbanas, a favor de la regeneración urbana integrada como la práctica emergente y necesaria de desarrollo urbano, no ya para los próximos años y desde una perspectiva coyuntural, sino habitual en los futuros procesos de acondicionamiento de nuestras ciudades y territorios. Es la ciudad existente el teatro de la acción urbanística inminente, a través de procesos que contemplen perspectivas integradas y una especial atención a las estructuras y tejidos urbanos presentes en cuanto que capital (materia y energía, información) acumulado. Los procesos de extensión y de renovación (renewal) urbana son incompatibles con la necesaria visión del papel de la ciudad y los hechos urbanos al servicio de la mejora del balance energético del planeta y la lucha contra el cambio climático.
La mayor parte de la ciudad heredada por el siglo XXI es, en realidad, muy reciente, casi toda producto de estos enormes procesos de extensión y renovación radical llevados a cabo en la segunda mitad del XX, en cualquier parte del mundo, bajo cualquier sistema social o económico. Sin embargo, es sorprendente que mucha de la ciudad reciente (apenas cuarenta o cincuenta años) arroje los peores indicadores de calidad o sea señalada como más vulnerable y necesitada de asumir urgentes procesos de rehabilitación física o regeneración integral. Se constata que la ciudad reciente es más propensa a la degeneración. La hipótesis del presente papel es que existe un vínculo entre esta tendencia a la degeneración, la falta de adaptabilidad, con la pérdida de complejidad llevada a cabo por el urbanismo moderno en las estructuras y formas urbanas últimas.
La biología evolutiva ha acuñado el concepto de evolucionabilidad (evolvability), más allá del concepto de adaptabilidad, vinculado a la posibilidad de evolucionar de acuerdo con la capacidad de acceder a estados diversos, futuros posibles, lo que relaciona este concepto de manera directa con la complejidad (urbana). Nuestra línea de trabajo e investigación de los últimos años se ha centrado en la traslación, con éxito, de no pocos conceptos surgidos en el mundo de la biología evolutiva al urbanismo, dentro de un contexto integrado en las teorías de sistemas complejos dinámicos y en evolución. El presente papel tiene como objeto la presentación de resultados, basados en un análisis de estructuras y tejidos, sobre las características que hacen a dichas estructuras y tejidos evolucionables. Desde nuestro punto de vista, estas conclusiones son básicas para afrontar el diseño urbano inmediato. Los fragmentos urbanos hoy producidos serán más o menos susceptibles de necesitar regeneración de acuerdo con bien su capacidad de evolucionar hacia estados que permitan su mantenimiento en buenas condiciones físicas y funcionales o bien de acuerdo con la degeneración, también física y funcional, que sufran. De ahí que no sólo sea necesaria la visión integrada de la regeneración de tejidos heredados, sino que dicha regeneración sea llevada a cabo bajo premisas que ralenticen los procesos degenerativos y reduzcan la necesaria regeneración futura. No se trata sólo regenerar hoy, sino cómo hacerlo, y qué ciudad crear para que la regeneración futura sean, aún, más sostenible. La idea de evolucionabilidad urbana (urban evolvability) se presenta de este modo como contribución a este objetivo necesario.